El apoyo institucional y empresarial al Corredor Mediterráneo y a la futura ubicación del Puerto Seco en Villena marca un punto de inflexión en la estrategia económica de la comarca del Alto Vinalopó y, por extensión, del eje interior alicantino. Por primera vez, las administraciones, las cámaras de comercio y las asociaciones empresariales coinciden en un diagnóstico común: el desarrollo logístico es una palanca de competitividad y Villena está llamada a desempeñar un papel clave.
Ubicada en un cruce estratégico de autovías y líneas ferroviarias —a menos de una hora de los puertos de Alicante y Valencia—, Villena reúne condiciones óptimas para convertirse en un nodo intermodal de referencia en el sureste peninsular. La futura plataforma logística del Puerto Seco, integrada en el trazado del Corredor Mediterráneo, permitirá conectar el transporte ferroviario de mercancías con las principales rutas marítimas europeas, reduciendo costes, emisiones y tiempos de tránsito.
El proyecto no solo tiene impacto territorial, sino también económico y laboral. Según las estimaciones iniciales del Plan de Acción Territorial, la infraestructura podría atraer más de 50 millones de euros en inversión privada y generar entre 800 y 1.000 empleos directos e indirectos en su fase de implantación y explotación. Además, supondría un impulso para los polígonos industriales de Bulilla y Rubial, que ganarían conectividad y competitividad frente a otras zonas del interior valenciano.
Las entidades empresariales —Coepa, Cámara de Comercio de Alicante y CEV— han coincidido en destacar la importancia de “apostar por Villena” como puerta de entrada y salida del Corredor Mediterráneo al interior peninsular, reforzando su papel como enlace natural con Castilla-La Mancha y Madrid.
No obstante, los expertos insisten en que el éxito dependerá de la coordinación administrativa y de la agilidad en la tramitación. El Puerto Seco debe acompañarse de inversiones en accesos, electrificación ferroviaria y zonas de expansión industrial, para evitar que la oportunidad se pierda entre los plazos.
Villena tiene hoy algo que hace una década parecía impensable: consenso político, respaldo empresarial y una ubicación privilegiada. Si la apuesta se consolida, el municipio puede pasar de ser una ciudad de paso a convertirse en un centro neurálgico del transporte y la logística mediterránea.
El tren del Corredor ya está en marcha. Ahora toca que Villena no solo vea pasar los vagones, sino que cargue en ellos su propio futuro económico.

