Hay noticias que trascienden el deporte, y la de Raquel Micó, nombrada primera mujer seleccionadora nacional de frontenis, es una de ellas. No solo porque representa a Villena y a toda una generación de deportistas formadas en el esfuerzo, sino porque demuestra que los muros —también los del frontón— pueden romperse con talento, constancia y convicción.
Durante años, Raquel ha sido una figura esencial en el frontenis español: jugadora destacada, formadora y referente silencioso. Su trabajo ha sido constante, meticuloso, sin necesidad de titulares ni poses. Y, sin embargo, hoy los focos se encienden con justicia. Porque lo suyo no es una casualidad, sino el resultado de una carrera construida con rigor y amor por un deporte que rara vez ocupa portadas.
Su nombramiento no solo abre una puerta: derriba un muro. En un ámbito históricamente dominado por hombres, su presencia al frente de la selección nacional es una lección de igualdad, mérito y capacidad. Representa a las muchas mujeres que entrenan, compiten, enseñan y gestionan en silencio, esperando que alguien reconozca lo evidente: que el talento no tiene género.
Villena puede sentirse orgullosa. No todos los días una vecina se convierte en símbolo de avance deportivo y social. Raquel Micó no solo dirigirá un equipo; liderará una nueva etapa en la historia del frontenis español. Y ojalá que su ejemplo inspire a más niñas y jóvenes a coger una raqueta, a creer que ellas también pueden ocupar ese puesto, o cualquier otro que se propongan.
Porque cuando una mujer llega, no lo hace sola: abre camino para todas las que vendrán después. Y en este caso, lo ha hecho desde Villena, con el mismo espíritu que siempre ha caracterizado a esta ciudad: el de quien lucha, trabaja y deja huella.