¡Qué tiempos aquellos en los que las grandes gestas marítimas eran la vuelta al mundo de Magallanes, las conquistas de la Armada Invencible o, al menos, los cruceros del Imserso! Hoy, en cambio, la épica se mide en selfies a bordo de una barca inflable. Bienvenidos a la flotilla humanitaria de Ada Colau y la joven Thunberg, un evento náutico digno de compararse con los Juegos Olímpicos del postureo.
El plan era sencillo: salir al mar con gesto compungido, ondear banderas de solidaridad y, de paso, colar algún eslogan contra el capitalismo, todo ello con más fotógrafos que tripulantes. El resultado, sin embargo, ha sido lo que cabía esperar: mucho ruido mediático, un poco de espuma en el agua y cero soluciones prácticas para los problemas que decían afrontar.
Greta, que al menos domina la cara de indignación profesional, parecía la capitana del Titanic moral, señalando al horizonte como si descubriera América de nuevo. Colau, por su parte, se repartía entre el discurso contra los poderosos y la preocupación de que la manicura no sufriera los efectos del salitre. Y mientras tanto, el Mediterráneo seguía siendo lo que es: un mar complejo, con dramas humanos que no se arreglan con un par de botes neumáticos y un gabinete de prensa a bordo.
La ridícula flotilla no transportaba ni medicinas, ni víveres, ni soluciones. Transportaba titulares. Su verdadera carga era simbólica: un nuevo episodio de esa política contemporánea que confunde la acción con la foto, la ayuda con el tuit, la responsabilidad con el gesto vacío.
Y lo peor de todo: funcionó. Hubo aplausos, trending topics y alguna que otra lágrima en Instagram. Porque, al fin y al cabo, ¿ qué más da que no se salve a nadie, si se salva la narrativa?
En definitiva, Colau y Greta no navegaron el mar, sino las aguas mucho más seguras del marketing humanitario. Una odisea breve, ridícula y perfectamente calibrada para lo único que importa: la próxima campaña electoral… o la próxima portada de revista.
Igual también ha influido la posición de Israel sobre el tema,
Israel propone calificar de «terroristas» a los activistas de la flotilla pro-Gaza que salió de Barcelona
«Cualquier persona que elija colaborar con Hamás y apoyar el terrorismo recibirá una firme respuesta por parte de Israel», ha advertido Ben Gvir, en declaraciones recogidas por The Jerusalem Post.
Ángel (Miche)

