La historia del programa espacial español: de las primeras sondas a la nueva carrera por el espacio

España, un actor discreto pero constante en la conquista del espacio, prepara una nueva etapa con la creación de la Agencia Espacial Española

Madrid – Aunque tradicionalmente ha permanecido en segundo plano frente a gigantes como Estados Unidos, Rusia o China, España ha tenido un papel relevante y sostenido en el desarrollo espacial internacional desde mediados del siglo XX. Con hitos discretos pero significativos, el país ha consolidado una industria tecnológica avanzada y se prepara ahora para un nuevo impulso con la puesta en marcha de la Agencia Espacial Española, inaugurada en 2023 con sede en Sevilla.

La historia del programa espacial español es la crónica de una evolución paulatina: desde los primeros lanzamientos suborbitales hasta la actual participación en proyectos punteros de exploración, satélites de observación, telecomunicaciones y defensa.


Los inicios: El INTA y los cohetes ‘INEX’

El embrión del programa espacial español nació en 1942 con la creación del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Fue en las décadas de los 60 y 70 cuando España dio sus primeros pasos concretos en el espacio. Desde la base de El Arenosillo (Huelva), gestionada por el INTA, se lanzaron cohetes de investigación atmosférica como los INEX y los CENTAUR.

Aunque estos vuelos no alcanzaban órbita, proporcionaron valiosa información científica y posicionaron a España como uno de los pocos países europeos con capacidad de lanzamiento suborbital.


España y la Agencia Espacial Europea (ESA)

En 1968, España ingresó como miembro pleno de la Agencia Espacial Europea (ESA), un paso clave para su integración en las grandes misiones científicas del continente. Desde entonces, el país ha contribuido técnica y económicamente a numerosos programas internacionales, incluyendo las misiones Ariane, Galileo, Copernicus y Herschel.

Ingenieros y científicos españoles han participado en el diseño de satélites, sistemas de propulsión, y módulos de control para la Estación Espacial Internacional (ISS). Asimismo, la estación de seguimiento de Robledo de Chavela (Madrid), gestionada por el INTA y la NASA, ha sido fundamental para las comunicaciones con misiones interplanetarias.


Satelización nacional: desde el Hispasat hasta los Paz e Ingenio

En 1992, España puso en órbita su primer satélite de comunicaciones, el Hispasat 1A, marcando el inicio de una nueva etapa. Desde entonces, la empresa Hispasat se ha convertido en una referencia global en telecomunicaciones vía satélite.

En el ámbito de la observación de la Tierra, el satélite Paz (lanzado en 2018) ofrece imágenes radar de alta resolución para usos civiles y militares. Le siguió Ingenio, aunque su misión terminó en fracaso por un fallo en el cohete Vega en 2020. Ambos proyectos demuestran la apuesta española por disponer de una constelación nacional que dé autonomía en el acceso a datos críticos.


Agencia Espacial Española: hacia un futuro más ambicioso

La creación en 2023 de la Agencia Espacial Española, con sede en Sevilla, supone un punto de inflexión. El objetivo: coordinar todos los esfuerzos del país en el ámbito espacial, promover el crecimiento de la industria aeroespacial nacional, y fomentar la inversión en I+D.

La nueva agencia canaliza fondos europeos del PERTE Aeroespacial (más de 4.500 millones de euros hasta 2025), y prevé impulsar iniciativas como satélites de vigilancia del cambio climático, tecnología cuántica en órbita, y un nuevo lanzador espacial reutilizable de desarrollo nacional.

Además, empresas como PLD Space (Elche), con su cohete Miura 1, o Satlantis (Bilbao), especializada en cámaras hiperespectrales, están posicionando a España como un actor clave en el emergente mercado del espacio privado.


Un espacio con acento español

Pese a que España no ha lanzado aún astronautas propios ni ha desarrollado vehículos orbitales completos, su peso en el ecosistema espacial europeo es innegable. Desde la fabricación de componentes clave hasta su implicación en las políticas espaciales de defensa y sostenibilidad, el país ha pasado de ser un socio tecnológico a aspirar a la autonomía operativa.

En palabras de Miguel Belló, ex comisionado del PERTE Aeroespacial: «España no va a competir con Estados Unidos o China, pero sí puede liderar nichos de altísimo valor como los satélites ligeros, la observación de la Tierra o la tecnología de lanzadores reutilizables».

A 2025, la carrera espacial española está más viva que nunca. Y el cielo, cada vez menos lejano.

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